
Asomaste tu mirada
entre las viejas cortinas
que cubrían la ventana
del temporal que confundía
mis memorias enredadas
guardando los recuerdos
de la brisa enamorada
siempre alerta a la llegada
del atardecer sobre mi alma.
No pudo la tomenta
no pudo nunca derribarla
de par en par espera abierta
con sus cortinas cerradas
siempre alerta a la llegada
del atardecer sobre mi alma.
Y la tarde volvió violeta
las nubes que la empañaban
y mi corazón se inquietó
al solo ver tu mirada
mas la brisa sosegada
devolvió la calma
del atardecer sobre mi alma.
Cuando caiga nuevamente
el invierno despiadado
guardaré tus recuerdos
del frío congelado
para cuando retorne
la brisa en calma
y se tiña nuevamente
de violeta la ventana
la cual nunca
encontrarás cerrada.
(Dori)
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